El fenómeno de las peregrinaciones a Santiago de Compostela le debe mucho a un personaje histórico: el papa León XIII. Él fue el que promulgó la Bula “Deus Omnipotens” (en la imagen de la derecha) en el año 1884, tras el proceso que inició la Iglesia ante el Vaticano tras redescubrir las reliquias del Apóstol en 1.879 en las excavaciones que dirigió el sacerdote López Ferreiro.
La pregunta es: por qué estaban ocultos? Los restos de Santiago se habían escondido en el subsuelo de la Catedral unos siglos antes ante la llegada de Francis Drake (explorador y corsario, considerado un pirata en España) a las costas coruñesas y el temor de una invasión. Aunque el peligro pasó y los ingleses se fueron, el miedo perduró en la basílica compostelana. Y a causa de esto los restos estuvieron ocultos más de doscientos años en el mismo lugar donde están hoy, pero que se ha restaurado: la actual cripta. Además, están en la misma urna en la que fueron sepultados. Lógicamente, el respaldo papal con la Bula de León XIII supuso un importante espaldarazo tanto al Cardenal Payá, impulsor tanto de la búsqueda de los retos como de la decisión de llevar el descubrimiento a Roma, como a las peregrinaciones al templo compostelano.
La bula no sólo avala el hallazgo de las reliquias, sino que también realiza una confirmación de toda la tradición compostelana, que durante muchos años escuchó como le llovían críticas ante la falta de fundamento histórico de sus costumbres. Uno de los hechos que avalaron la autenticidad de los restos fue que se trajo un trozo de hueso enviado en su día por el arzobispo Xelmírez en el siglo XII a la catedral de Pistoia y se comprobó que coincidía con el que faltaba a uno de los cuerpos. Los estudios indican que en la urna estaban los restos de tres varones de mediana edad; a uno le faltaba un trozo de hueso, coincidente con el de la localidad italiana.
El texto del Papa declara además un jubileo en Santiago extraordinaro para aquel 1885 y realizando un llamamiento global a todo el catolicismo para volver a peregrinar a Compostela; efectos que comenzaron a notarse ya de inmediato. Y a día de hoy parece que el efecto sigue siendo el mismo… Todo desde aquel 1 de Noviembre de 1884 y la promulgación de la «Deus Omnipotens».