Afortunadamente para la Ruta Jacobea, son los menos. Pero, al igual que las meigas, haberlos hailos. Y nos referimos a ciertos caminantes que interpretan el Camino como lugar de diversión donde no importan consecuencias, respeto o el tan olvidado sentido común. Justo enfrente de nuestro albergue alguien decidió hace pocos amaneceres que sería algo „interesante“ (desde su punto de vista), volver a la cuestionable moda de colgar las zapatillas en el tendido eléctrico. La mesura nos lleva a guardar bajo siete llaves nuestra opinión, que coincide con la de muchísimos peregrinos que nos expresan su estupor e incredulidad ante este tipo de acciones sin lógica.

A ello se suma el manido estado de mojones y señalización en el Camino. A poco que uno se deje llevar por la Ruta Jacobea puede ver, sin irse de Arca, señales llenas de pegatinas, piedras centenarias que hacen de cierres teñidas de grafitis o los mojones (recién cambiados) sin placas indicativas del punto kilométrico (que mucha gente se lleva) y con innumerables pintadas. La pregunta es: a santo de qué? Flaco favor hacemos así al Camino, a su significado, esencia y futuro. Sentidiño, como decimos aquí en Galicia. Sentido común es lo que a veces falta.